Arte conceptual
El arte conceptual surge a finales de los 60 en respuesta a liberar el concepto de arte de los museos, galerías o cualquier espacio o objeto dedicado exclusivamente al gozo del arte. El arte conceptual toma sus principios en la idea del concepto del arte, no en el objeto.
Así los artistas del arte conceptual no piensan en exponer sus obras en un museo. Tampoco piensan que debe ser un cuadro o una escultura. Por el contrario, ellos piensan en ir mas allá del arte tradicional convirtiendo cualquier espacio u objeto en una obra de arte. Así la idea de la obra artística es mucho mas importante que el objeto de dicha obra.
Las bases de este movimiento artístico la podemos encontrar en el movimiento europeo Dadaísta de comienzos del siglo XX. Marcel Duchamp fue uno de los artistas que inspiraron este arte que comenzó a finales de los 60. Duchamp invento el concepto de “ready-make”. Un concepto muy difícil de definir incluso para su creador y se basa en una reacción contra el arte visual. El arte “ready-make” se crea en la mente del artista y este utiliza objetos cotidianos los cuales toman la subjetividad del artista para establecer un nuevo concepto de arte
Una de las obras mas famosas de Duchamp fue el urinario (ver foto) que envió a la galería Grand Central de Nueva York en 1917 y fue elegida como la obra mas influyente del arte moderno. Hoy en día esta obra sigue inspirando a miles de artista ya que sienta las bases del arte moderno al anteponer el proceso creativo que antecede a la creación de la obra.
Yves Klein revoluciono la sociedad francesa cuando expuso su obra llamada “azul”. Un color que patento (IKB: International Klein Blue), cuya extensión del color se extendía hasta el infinito cósmico según palabras del artista.
El ingles Richard Long escogió los paisajes ingleses para revolucionar el arte en Inglaterra incorporando hojas, tallos, piedras y diversos materiales en su obra. Richard Long gano el preciado Turner Prize en 1989. Uno de los concursos mas prestigiosos en arte moderno de todo el mundo.
Muchas de estas maravillosas obras de arte se encuentran en la capital de la cultura por excelencia, Paris. Así que si quieres deleitarte con ellas alquila apartamentos en Paris y disfruta del arte conceptual y avant-garde.
Querían quemar los museos, las bibliotecas y bajar a las calles para gritar, hacer ruido, recitar poemas sin sentido, arrancar los motores de los coches y declarar su oposición con el pasado. Son los futuristas italianos, un movimiento encabezado por el poeta fascista Filippo Tommaso Marinetti, cuyo mensaje era el de la época moderna, del cambio industrial que se operaba a principios del siglo XX. Erigen las máquinas y el movimiento como los símbolos del progreso, renunciando a cualquier elemento académico y sinónimo de lo anterior. El arte futurista tuvo una actitud violenta y revolucionaria, más que cualquier otro movimiento artístico de vanguardia.
“Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad”, declara el primer principio del Manifiesto Futurista publicado en el periódico francés Le Figaro, en 1909. Artistas como Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo y Gino Severini fueron los más activos en el escenario futurista. Adoraban pintar coches, movimientos urbanos, caballos, puesto que la llegada de la electricidad, del teléfono, de los aviones y del cine cambió la perspectiva de la belleza: ésta es sinónimo de velocidad e industrialización.
Esos temas dominaban las pinturas, hechas con colores violentos, en los cuales se notaba la pincelada furiosa y dinámica del artista, el bullicio de la ciudad ilustrado por una pérdida de referencias espaciales y unos espacios sobrecargados. El arte se hace el eco de la relación entre el hombre y la ciudad.
La escultura de Umberto Boccioni, Formas Únicas de Continuidad en el Espacio (1913 - ver foto), es una de las obras más características ya que conlleva esa búsqueda del movimiento de la forma y esa fuerza potente tan querida de los futuristas. Hoy en día aparece en la cara de las monedas de veinte céntimos de euro italianas.
La literatura, la arquitectura, la publicidad, la música, el cine y otros artes fueron otras vías de expresión de ese nuevo espíritu. En poesía, se escriben poemas que no son lindos versos, sino series de onomatopeyas, que se recitaban en voz alta y en varios idiomas al mismo tiempo, creando de esta manera un caos sonoro nunca inventado: reinventan el lenguaje haciéndolo guerrero y nacionalista.
Antonio Sant’Elia y Mario Chiattone propusieron en 1914 – fecha del fin del fin del movimiento – los primeros dibujos sobre una ciudad moderna junto con el Manifiesto de la arquitectura futurista, un proyecto para una ciudad utópica, la Ciudad Nueva. Se defienden las estructuras de hierro y cristal, las estaciones de trenes y aeroplanos, las centrales eléctricas, los ascensores, etc. Elementos que, según ellos, eran los símbolos de un rejuvenecimiento del mundo en vigor.
El espíritu futurista tendrá su influencia en los movimientos posteriores como el Dadaísmo o el Constructivismo. Marcel Duchamp se inspiró mucho de la actitud de tabula rasa, una locución latina que ilustra la acción de no tener en cuenta los hechos pasados, de limpiar la mesa de toda escritura, de toda creación.
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