martes, 15 de diciembre de 2009

Recuerdos de fotografía | Blog-Barcelona, Berlin, Madrid y Paris

¡Miren al pajarito! ¡Pa-ta-ta! ¡Qué antiguas nos parecen estas expresiones hoy en día! Ahora todos tenemos cámaras digitales, cuando de niños nos íbamos de vacaciones con una vulgar cámara de usar y tirar. ¡Qué orgullosos íbamos con nuestro pequeño flash, las 36 fotos o la cámara sumergible! Luego había que esperar unos cuatro días para que te dieran tus fotos reveladas, poner unas cruces por si se prefería en brillante o mate, en doble o en pequeño, y por fin las teníamos entre las manos. Era una especie de ritual mágico.

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Una tarde lluviosa de invierno, decides organizar estas pilas de fotos impresas que tienes acumuladas en varias carpetas, álbumes o sueltas. Las pones todas por el suelo por temas, y cada una de las que coges te despierta una sensación, te recuerda a una persona, a un lugar o a un momento. Luego guardábamos con mucho cuidado a los negativos, por si queríamos hacer una copia. ¿Te acuerdas?

Lo mejor son las fotos que dejas sacar al niño: lo ves súper alegre porque de repente se siente con mucha responsabilidad y capaz de hacerlo. Pero resulta que el niño se ha creído un samurai, falta la mitad de la cabeza, la foto esta inclinada y ha pillado el momento justo en que nos ajustamos la braga… ¡Gracias, amorcito! Es que una foto es más que una imagen, es toda una historia. Quizá tengas que contar un día a las generaciones que llegan lo que es el antiguo proceso fotográfico.

Ahora también se nos ocurre sacar fotos malas, pero no importa porque nuestro querido, asombroso y vital amigo Photoshop quita y pone de donde haga falta. Ya no tocamos las fotos, las miramos y las re-tocamos. Lo que se ha convertido en un verdadero arte. Las únicas fotos que imprimimos son para una ocasión especial, ya que se ha perdido la tradición y el encanto de revelarlas. Cuando uno observa a los turistas, se da cuenta que ni siquiera miran lo que fotografían: o sea, ven a la maravillosa fachada de la Casa Batlo de Barcelona, ponen el ojo en el obturador y clic, siguen el paseo hacia el edificio. Rara vez se paran delante y la contemplan con calma.

Aunque hoy en día la forma de hacer fotos sea un poco más robótica, la gente sabe apreciar el fotoperiodismo y a los maestros de la historia de la fotografía. Ya sean desnudos, escenas callejeras, paisajes, retratos, detalles, en blanco y negro o en color, con una polaroid o con una digital, las ocasiones de experimentar con tu creatividad son infinitas. ¡Y qué lindo sentimiento cuando a alguien le gusto su foto! Robert Capa decía que “si tu foto no es buena, es que no te has acercado lo suficiente”. Una foto es sobre todo buena cuando despierta emociones…

Como todos hacemos fotos, en cualquier parte y en cualquier momento, quizá la magia del proceso fotográfico actual reside en sacar LA foto que no existe, ser original. El déjà vu cansa…aunque molaría volver a vivir esas escenas de la infancia en las que la impaciencia para ver a las fotos era insoportable. Si echas de menos la dimensión nostálgica de la fotografía, pronuncia ¡patata!

Barcelona puede ser un terreno ideal para sacar fotos. La capital catalana es un museo al aire libre, colorida, variada y con el mar a pie de calle, disfrutarás mucho de un paseo en la arena, cámara en mano. Alquila apartamentos en Barcelona, son económicos y confortables, una razón mas para visitar esa ciudad europea tan fotogénica.

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