lunes, 7 de diciembre de 2009

Vampiros en Budapest | Blog sobre Budapest

Vampiros, más allá del bombo publicitario

Los vampiros están más de moda que nunca gracias a la popular saga de Crepúsculo, a series de televisión como ‘True Blood’ o a películas como ‘Jennifer’s Body’ con Megan Fox. Miles de chicas adolescentes sueñan con ser mordida por Eduard Cullen, pero la imagen moderna del vampiro nada tiene que ver con las antiguas leyendas. Un vampiro era un no-muerto, una peligrosa criatura sedienta de sangre que nada tenía que ver con románticas historias de amor.

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Las historias de criaturas que se alimentan de sangre humana son tan antiguas como la propia humanidad. Especialmente en la cultura eslava, encontramos muchos mitos relativos a los vampiros. Mucho antes de que Bram Stoker escribiera su famosa historia ‘Dracula’, la gente del Este de Europa ya temía a los vampiros. Hay informes de gente que fue mordida por murciélagos gigantes y se levantó de la tumba después de su muerte. No es de extrañar, pues, que no tuvieran ningún conocimiento médico sobre el cuerpo humano y que pensaran que si no respirabas, estabas muerto. Además, estos “muertos” se enterraban lo antes posible por miedo al contagio de posibles enfermedades. Y más de una vez las víctimas resultaron estar todavía vivitos y coleando…

Antiguamente existían cazadores reales de vampiros, que abrían las tumbas si sospechaban que alguien podía ser un vampiro. A menudo se encontraban con cadáveres llenos de sangre fresca, con el pelo y las uñas que seguían creciendo. Esto se veía como un claro signo de vampirismo, por lo que se le clavaba una estaca en el corazón, y en ocasiones, la sangre se quemaba. La explicación es simple: las personas que fueron enterradas vivas y se despertaron en un ataúd, trataron por todos los medios de excavar y salir. A veces podía pasar mucho tiempo hasta que muriesen, y sólo algunos tenían la suficiente suerte como para conseguir salir del ataúd (sólo para ser asesinado por un cazador de vampiros).

En Serbia, por ejemplo, hubo una verdadera histeria de masas después de la muerte de un tal Arnold Paole. Éste dijo que había sido mordido en un viaje a través de Kosovo, y que se curó comiendo la tierra de la tumba de un vampiro. Pero después de su muerte (se cayó desde un vagón de heno y se rompió el cuello), algunos aldeanos murieron de forma sospechosa. Así pues, abrieron su tumba y le clavaron una estaca en el corazón, que comenzó a sangrar. Después, quemaron su cuerpo.

Luego también está la historia de la condesa húngara Elizabeth Bathory, recordada como la “Condesa Sangrienta”, que fue la mayor asesina en serie de la historia. Vivió en el siglo XVI y supuestamente mató a 500 chicas jóvenes. Ésta obtenía placer a través de las torturas, pero su principal objetivo era bañarse en su sangre. La condesa pensaba que esto preservaría su belleza y juventud.

¿Crees en vampiros? Sin duda, la verdad se encuentra en la cultura eslava. Viaja a Hungría y quizá encuentres las respuestas que estás buscando. Alquila unos misteriosos apartamentos en Budapest, y por favor, no olvides tu estaca y tu crucifijo.

Posted via web from barcedona's posterous

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