miércoles, 24 de febrero de 2010

Divergencias Generacionales

Mal gusto o Divergencias Generacionales

Que vuelven los ochenta es algo que está a la orden del día. Para algunos ésta es una época memorable, ¡los grandiosos ochenta! Para otros es una época de dudoso gusto estético y que esperaban irrepetible. Para éstos el presente se está convirtiendo en una pesadilla visual. Pero… ¿es que hay alguna forma objetiva de valorar el gusto estético de una generación en concreto?

Divergencias generacionales

Partiendo de que es difícil sustraerse a todo el marasmo estético-cultural, por el cual cada uno debe pertenecer a una generación concreta, parece difícil, o casi imposible. Es por ello que ante tamaña divergencia el mundo se ve dividido entre los que se suben al carro y los que no. Los que se suben al carro suele ser porque están cerca de esta generación, porque les gustaría formar parte de ella, o porque no se han comprado ropa desde hace dos décadas.

Los que se quedan anclados en la visión estética anterior ponen los ojos como platos cada vez que se enfrentan a las multitudes de los centros comerciales y se preguntan el por qué de tal cambio, exclamándose algunos y otros, más exagerados, tirándose de los pelos. Para estos cada vez es más difícil encontrar qué comprar en las tiendas populares, aumentando su ira hacia la nueva generación frente a la que se sienten seres incomprendidos que pronto van a quedarse obsoletos. Pero eso sí, ¡nunca con ése mal gusto!
A pesar de que denostar a las nuevas generaciones sea una actitud muy habitual en el género humano a partir de ciertas edades, la historia no es tan repetitiva como parece.

Superfluamente parece que el retorno de cada pequeña cosa sea eterno, pero digan lo que digan la historia no se repite si se observa minuciosamente. La prueba está en las sneackers. Estas zapatillas se llevaban en los ochenta y ahora vuelven a llevarse, pero han sufrido grandes variaciones. El colorido se ha multiplicado hasta parecer imposible la gama tonal de un solo producto y las combinaciones son impensables. Sus formas se han hecho tan rocambolescas que parece difícil distinguir que son zapatillas. Éste ejemplo se trata únicamente de un grano de arena en la playa, quizás absurdo y banal, pero que bien podría extrapolarse a asuntos mayores.

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Posted via web from barcedona's posterous

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