Sexualidad y Pena de Muerte
A estas alturas del siglo XXI la sexualidad debería ser una práctica libre y placentera – siempre que no vulnere la integridad física o psicológica de una de las personas implicadas . Desgraciadamente, no en todo el mundo se puede disfrutar del sexo libremente… Muchos países castigan con la pena de muerte prácticas como el adulterio o lo que es peor, la homosexualidad.
Los medios de comunicación se hacen eco de titulares terroríficos en los que se informa de que X número de personas han muerto en manos del gobierno y bajo el amparo de la ley. ¿Y cuál es su crimen? Amarse, simplemente. Supuestamente, la homosexualidad es una práctica sexual libre entre personas del mismo género; una identidad sexual tan lícita como cualquier otra, que bajo ningún concepto debería ser castigada, y mucho menos con la muerte. Tampoco se entiende que una persona pague con su vida por mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. ¡Allá cada uno con su conciencia!
La fidelidad – o infidelidad – es algo que cada pareja debería abordar a solas. ¿Por qué tiene que inmiscuirse el gobierno? Lo más triste de todo es que en muchos países no sólo se castiga al adulterio con la pena muerte, sino que a las mujeres se las lapida por ello. ¿De verdad que estamos en pleno siglo XXI? Incluso si el adulterio ha sido fruto de una violación la mujer será apedreada por ello. ¡Qué barbaridad!
A la sexualidad se la define como el conjunto de prácticas comportamientos y condiciones anatómicas, fisiológicas y afectivas relacionadas con la búsqueda del placer sexual y la reproducción. El desarrollo pleno de la sexualidad es esencial para el bienestar individual, interpersonal y social. Por tanto, debería vivirse y disfrutarse de manera libre y sana, sin que nadie la coarte ni la castigue.
Pero, ¿cómo es posible que en ciertas regiones del mundo haya involucionado de tal manera el tema de la sexualidad? Muchas civilizaciones pasadas como la antigua Grecia o la antigua Roma veían la homosexualidad como una práctica común y lícita. La religión ha jugado un papel más bien negativo en lo que a esto respecta.
Echemos un vistazo al mundo actual. ¿En qué estado se encuentra la salud de nuestra sexualidad? Podríamos decir que es más bien delicado. Si bien es cierto que en muchos países el libre ejercicio del sexo es algo normal, también lo es que en muchos otros todavía falta mucho por hacer… Y a pesar de que en muchos países la homosexualidad ya no se castiga con la pena de muerte, ésta en ningún caso está equiparada en derechos a la heterosexualidad. La educación sexual suspende en el mundo moderno: basta de ideas represoras, basta de contradicciones. Aboguemos por un mundo libre donde los derechos igualitarios y justos sean la máxima a seguir (siempre basados en el respeto a los demás). Luchemos por un ejercicio libre y responsable del placer sexual.
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viernes, 19 de febrero de 2010
sexualidad y pena de muerte
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