My Minx y la vida virtual

Las niñas de siete años compran condones virtuales

Hasta 20.000 mujeres toman la píldora del día después, compran condones y adoptan niños. Hasta aquí, nada del otro mundo. Pero no se trata de una mujer cualquiera, sino de un videojuego para niñas donde deben crear un personaje femenino adulto. Así, hasta 20.000 vidas virtuales de niñas jugando a ser adultas se cuelan en la red. Parece que los padres son los únicos preocupados por la historia, puesto que los creadores del juego y las niñas están en el paraíso.

La vida virtual

Este juego llamado My Minx, tiene el don de hacer feliz a millones de niñas. Esas mismas que ya quieren ser mujeres, con todo lo que puede implicar: hacer sus compras de últimas tendencias y lencería sexy, salir de discoteca a beber con amigos, tomar la píldora o comprar la píldora del día después o preservativos e incluso, adoptar niños de Haití. No hay ningún límite de edad, pero parece que las niñas de siete años son las más inscritas dentro de los 20.000 perfiles creados. Estas pequeñas sueñan con una vida parecida a la de Angelina Jolie o a la de Madonna, algo perfectamente asimilado por los creadores.

La vida real

My Minx despertó virulentas polémicas en los hogares ingleses. Frente al éxito del juego, muchos padres criticaron la iniciativa que consideraron patética: “los creadores se aprovechan del público joven para sacar dinero, sin que les importe su responsabilidad moral hacia las niñas”. En efecto, puede que les sea favorable tener conciencia de los peligros sexuales, puede que conocer la existencia de la píldora del día después y de las condiciones de vida de la gente pobre les sensibilice, ¿pero no te parece que a cada edad le toca sus preocupaciones? No es bueno que una niña de siete años “juegue” con las dificultades de una vida de mujer. Ya que en la vida real, no basta con dar unos clics al ratón para adoptar a un niño o quitarse la angustia de un posible embarazo…

Quizá pienses que la responsabilidad no la tienen los creadores, sino los padres, que deberían vigilar más a sus criaturas cada vez que se sienten al ordenador.

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